miércoles, 14 de noviembre de 2012

El intercambio de poder


Incapaz de volver a dormirse, ella se levantó en silencio para no molestarle. Se dirigió hacia el cuarto de baño y se insertó el plug en su ano. Por propia comodidad, era algo que solía hacer habitualmente. Se fue al ordenador, leyó un poco y chateó otro tanto. Al amanecer, oyó a los pájaros empezar a cantar y sintió una sensación de pesadez. Estaba a punto de empezar otro día y ella debería haber dormido más.

Más que eso, ella era consciente de la falta de autoridad. Su poder se derivaba de su Amo. Pero, este, distraído, preocupado y ocupado en pensamientos de complicadas estrategias, había conseguido dejarla a su propia suerte. Ella no estaba “recargada.”

Ella le comprendía y entendía. No había mucho en juego para tan poca gente – él y ella - y él necesitaba usar todas las riendas de su propio poder para ese fin. En este momento, él no tenía ya nada más para ella, a pesar de que sus exiguas riendas, preocupadamente, estaban reducidas por completo.

Ella volvió a la cama y se acostó a su lado, sin tocarle y sin querer perturbar su sueño. Posiblemente, ella esperaba poder conseguir un poco de poder, de su poder, de su energía. Al menos, al acostarse junto a él, por su cercanía física.

Él extendió la mano y la sintió, la atrajo hacia sí y se acostaron juntos, en silencio durante unos minutos. Él había notado que su piel estaba fría y que la estaba calentando con su cuerpo. Unos pocos “watios” de energía personal e íntima pasaron entre ellos. La energía positiva y negativa sintió la conexión. Al sentir su pene, ella se deslizó hacia abajo entre las sábanas. Su polla se endureció instantáneamente y, con mucho deseo, ella se inclinó y abrió su boca-coño. La acarició y le encantó. A ella, le gustaba experimentar su excitación.

Él la sentía entre sus piernas y sintió el plug que ella tenía introducido en su ano. La ordenó que se desnudara. No necesitaba que se lo dijera dos veces. Le dijo que cogiera una almohada y se pusiera sobre ella y, al instante la penetró desde atrás.

Él sintió cómo su boca-coño emitía gemidos de placer y mientras ella continuaba emitiendo sonidos dulces y suaves, podía sentir cómo él se corría en su vida, tal como un enchufe eléctrico es atacado desde la fuente. Ella se movió con él, deseando sentirlo todo, experimentarlo todo.

Pronto, él quiso verla, para envolverse en sus abrazos. Le dio la vuelta y la rodeó con sus piernas y ella, con sus brazos alrededor de él,  lo envolvió. Ella le besó y él la besó los pezones, las orejas y su boca.

Absorto en el deseo, él ahora, tenía hambre y, con el ansía de verle satisfecho, ella apretaba los músculos de su coño hinchado y sonreía, mientras  instintivamente oía los gemidos brutales en su oído, puesto que él se había corrido intensa y profundamente dentro de ella.

Ambos se quedaron envueltos entre sus mutuos brazos durante unos momentos mientras el reloj marcaba los segundos y el tiempo transcurría.

Fue breve, pero suficiente. Ella había encontrado las energías necesarias dentro de sí misma para ponerle en marcha en la vida y, al hacerlo, ella se había recargado por sí misma. El intercambio de poder había sido tortuoso; ambos habían necesitado una carga positiva y negativa.

Y se hizo la luz. La ilusión y la felicidad, en ese día, para ellos.

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