martes, 30 de abril de 2013

No es justo


Estamos sentados en un rincón del bar del hotel. Las luces están bajas. Estoy acariciando su rodilla y el interior de sus muslos.

“¿Eres mi niña buena?” Pregunto.

“Sí, señor,” responde ella.

“¿Y harías lo que yo te dijera?” le pregunto.

“Sí, señor.”

“¿Cualquier cosa?”

Hay una ligera duda. Ella se pregunta qué va a pasar.

“Sí, señor.”

“¿Ves a aquel joven sentado en la barra del bar?”

Es un hombre ni viejo ni joven. Para nada mal parecido.


“¿Y si te digo que te acerques a él y le invitas a que salga fuera para chuparle su polla?”

“Bueno…” dice ella.

Espero su respuesta.

“¿Es eso lo que realmente quiere usted?”

“La pregunta,” digo, “no es lo que yo realmente quiero, sino si tú estás dispuesta a dármelo.”

“Muy bien,” dice ella. “Si usted me lo dice.”

“¿Piensas que podrías disfrutarlo? Su polla llenando tu boca.”

Ella piensa sobre esto durante un momento. “Tal vez,” dice. “Si usted me lo dice, yo podría.”

“Yo no estaría allí para verlo, ¿no?”

Ella mira hacia otro lado, pensando un poco más sobre la polla del hombre en su boca.

Terminamos nuestras bebidas. Subimos a nuestra habitación y cierro la puerta detrás de nosotros.

“Ven aquí,” le digo.

Ella se acerca con cautela. Conoce este tono de voz. La cojo por sus pelos y se los retuerzo. Ella respira profundamente.

“Así que,” digo, “¿quieres chupar las pollas de otros hombres?”

“Solamente si usted me lo dice, señor,” dice ella.

Pongo mi otra mano dentro de su falda, alcanzando su ropa interior y presiono un dedo contra su coño. Ella está mojada. Seco mi dedo en su mejilla.

“Putilla sucia,” le digo. Te mereces unos latigazos. Voy a retorcer tu pelo con más fuerza.” Ella chilla.

“Eso no es justo,” protesta ella. “Usted me preguntó lo que yo haría por usted.”

“Yo decidiré lo que es justo,” digo.

Ella hace una mueca.

“Sabes que no te permito que me pongas mala cara,” digo. “Los latigazos serán peor ahora.”

La arrastro hacia la mesa y la pongo boca abajo a través de ella. Me quito mi cinturón y lo doblo para aumentar su efecto. Me siento cruel. ¿Por qué me excita tanto follar con la cabeza?

viernes, 26 de abril de 2013

La "fiebre de la sumisa" y la respuesta de la sumisa


Una sumisa novata me escribió hace aproximadamente un mes y me preguntaba si yo sabía algo sobre la “fiebre de la sumisa” y la respuesta que la sumisa da a esos deseos sexuales. Esto fue lo que le contesté:

En su caso, ¿cuál es la relación entre la “fiebre de la sumisa” y la respuesta de la sumisa? ¿Van siempre de la mano o son dos fenómenos independientes que a menudo suceden a la vez? O, ¿es algo más?

Algunas definiciones están en orden. La fiebre de la sumisa puede ser definida como un estado de intensa excitación que no puede ser satisfecho sólo con la conducta sexual. Una mujer, presa de la fiebre de la sumisa, existe en un estado de elevada y constante estimulación. Aquellas que la sienten por primera vez, en verdad, no tienen un referente con qué compararla, sin embargo, puesto que los síntomas incluyen estar húmedas la mayor parte del tiempo, una constante obsesión por el sexo y un profundo deseo de que sea gratuito y muy puto, van mucho más allá de cualquier cosa que hayan sentido antes. Se identifican como que están “muy calientes.” Sin embargo, ni por mucho sexo que practique parece satisfacer su picazón. Las mujeres en ese estado pueden frotarse hasta poner en carne viva la zona frotada y todavía querer más.

Lo que estas mujeres requieren, más allá del sexo, es la oportunidad de someterse a algún hombre Dominante. Lo que realmente están buscando, sin comprender realmente el por qué, es el flujo del poder de una pareja Dominante. Sólo esto le aporta un alivio a su fiebre.

Este estado generalmente solo se encuentra en las mujeres sumisas, de ahí que se denomine “fiebre de la sumisa.”

Sin embargo, solo porque un hombre en particular provoque esa fiebre en la mujer, no implica que ella se someterá por completo. Casos de mujeres atrapadas en el calor de la fiebre que no se someten, son bastantes comunes en nuestra sociedad y en las mitologías. Considere todas las historias clásicas de mujeres atraídas por un “hombre malo” (ciclista, ladrón, etc.). ¿Qué es la atracción? ¿Es el físico (su tamaño)? ¿Es su actitud (arrogancia, vanidad, engreimiento)? Quizás, el poder que ellos ejercen (el hombre del petróleo se casó, el político, etc. Independientemente de que los participantes de la historia sean muy parecidos, la mujer es atraída, no puede resistir la atracción y el encanto del compañero y se arroja ella misma en sus brazos una y otra vez, incluso, aunque ella conozca sus experiencias pasadas que terminaron tan mal. Finalmente, ella será capaz de resistirse. La historia termina con ella apartada, usada como una mercancía y abandonada con los recuerdos y su tragedia.

Por supuesto, en la vida real, la misma historia termina de una manera diferente. En la mayoría de los casos, la mujer se cansa y se va. De hecho, la mayoría de las veces, ella se va después de la primera o segunda relación. Parece que todo lo que ha atraído la hembra al macho se desvanece en el aire una vez que el sexo ha tenido lugar.

Para hacer las cosas incluso más interesantes, con frecuencia, el sexo, por sí mismo, resulta ser más bien anti climático, no está a la altura que la atracción ha sugerido.

Y luego, en algún momento del futuro, todo el proceso empieza de nuevo con más o menos los mismos resultados cada vez. De esta manera, es posible que una mujer caiga en los brazos de un buen número de hombres.

Por supuesto, desde el punto de vista de la dinámica de la D/s, esto hace que tenga mucho sentido. La fiebre de la sumisa está provocada por la ilusión de dominación que un hombre proyecta. Como sabemos, la verdadera dominación no se encuentra en las formas del cuerpo o la captación externa del poder, sino más bien en un estado interno que probablemente pueda ser de origen genético. Sin embargo, es obviamente posible de que muchas mujeres sean provocadas a dar una respuesta a la fiebre de la sumisa que sienten incluso por la ilusión.

Por supuesto, una vez que el sexo tiene lugar, la mujer se da cuenta de que ninguna dinámica cierta de la D/s ha tenido lugar y con esta realización, la fiebre de la sumisa desaparece y ella tiene poco o ningún interés por el sexo masculino.

Mientras que la fiebre de la sumisa puede ser un marcador o indicador de una mujer sumisa, no se puede saber con seguridad hasta que la verdadera respuesta de la mujer sumisa haya sido provocada. Normalmente, esto no suele suceder, a menos que, ella esté en una relación de largo plazo con un hombre dominante competente.

La respuesta de la sumisa (a diferencia de la fiebre de la sumisa) se caracteriza por un deseo de servir, obedecer y ser agradable. Se puede considerar una consecuencia de la fiebre de la mujer sumisa, pues la única forma real de satisfacer su fiebre es proporcionando una oportunidad para que la mujer sirva en el marco de una relación D/s. Casi todas las sumisas recién provocadas, a menudo, se sorprenden al descubrir que el equilibrio y la calma retornan tan pronto como ellas están de rodillas a los pies de su pareja dominante, desarrollando un servicio (servir una bebida, una comida, etc.), o ser objeto de un uso sexual.

Por lo tanto, la respuesta sumisa es el verdadero indicador de una mujer para que ella esté con una pareja dominante competente. Ella no se aburre.  No se quiere ir. La fiebre no desaparece. Ella está conectada con su pareja.

Lamentablemente, parece que hay una falta real de hombres dominantes a su alrededor que puedan provocar esta clase de respuesta en las mujeres. Bueno, en verdad, no creo que sea una falta de hombres dominantes, lo que creo es que existe una falta de hombres que estén preparados para permitir que sus naturalezas dominantes se expresen por si mismas.

No soy un poste de madera o un tío cachas. No tengo una moto, ni una escopeta y estoy completamente seguro de que no me defiendo bien en una pelea. Tengo una salud normal. No tengo una posición de poder. Sin embargo, una y otra vez, las mujeres me han pedido que las deje servirme. Y se queman por mí, “la fiebre de la sumisa” de la sumisa permanece caliente y fresca durante años, aunque yo pueda hablarles solamente unas pocas de veces al año. ¿Por qué? Yo sugeriría que se debe a que he provocado su respuesta de sumisión más profunda y debido a que siempre estarán dispuestas a servirme de cualquier manera que yo desee y se excitan al hacerlo.

La fiebre de la sumisa es caliente e intensa, como cuando el agua empieza a hervir. Pero, a menos que el calor se mantenga, el agua pronto se entibiará y entonces se enfría por completo. La respuesta sumisa mantiene la llama ardiendo, mediante la regulación de la poderosa y más profunda naturaleza de sumisión de la mujer. Esto puede conseguirse por cualquier hombre dominante que comprenda el proceso.


martes, 23 de abril de 2013

Mujer buena, mujer mala


¿Quiero que ella sea una mujer buena o una mujer mala? Algunas veces, temo enviarle mensajes contradictorios.

¿Qué es una mujer buena? Una mujer es buena cuando le dices que haga algo y lo hace. Y tú sabes que ella va a hacerlo. No tienes que preocuparte sobre si lo hará o no. No tienes que convencerla, sobornarla o amenazarla. Por supuesto, ella puede tener algo que decir al respecto. Incluso puede argumentar. Eso está permitido. Nunca he querido una alfombra que pasivamente acepte cualquier cosa que se le haga sin decir ni una palabra. Pero, existe una gran diferencia entre llamar mi atención con las cosas que ella piensa que yo debería saber o cosas sobre las que, tal vez, yo no he pensado e intentar de encontrar todo tipo de maneras para conseguir que haga lo que yo quiera.

¿Estoy haciendo nada más que describir lo que cualquier mujer sumisa hace? Bueno, según mi experiencia, las mujeres sumisas las hay de todas las formas y tamaños. Algunas son tan dóciles que apenas tienes la sensación de que haya alguien allí. Por supuesto, puede ser muy bueno conseguir una mujer en ese estado, donde ella se ponga en tus manos. Pero, no es divertido, a menos, que usted tenga que trabajar para llegar allí, a menos que haya algo de resistencia que superar. Si es o no exactamente resistencia, entonces una cierta falta de concentración, para que tengas que encontrar las formas de modo que ella se concentre, a veces, de una manera bastante contundente.

Con una mujer buena, sabes que puedes conseguirlo todo  casi siempre. Ella lo hará, en parte porque la comprendes y sabes los tipos de cosas que la excitan. Y las escoge en lugar de otras cosas que, aunque te excitan igualmente lo que has decidido hacer, no tienen el mismo efecto eléctrico sobre ella. Y la otra razón es que ella va a hacer cualquier cosa que le hayas dicho que haga, porque quiere agradarte. Algunas mujeres quieren complacer tanto que sienten que esto es la mayor fuente de satisfacción para ellas, que se excitan más por la idea de que ellas están haciendo algo que te gusta y que lo son al poner sus propios sentimientos en el acto. Esto no significa que ellas no tengan ningún sentimiento sobre esto,  tienen sus preferencias como todo el mundo, pero esto se ve compensado por el intenso placer que ellas reciben al saber que están haciendo exactamente lo que tú quieres.

Supongo que lo que estoy diciendo es que algunas mujeres son demasiado sumisas, al menos, para mi gusto. Y, en el otro extremo de la escala, están las mujeres que realmente no son sumisas. Tal vez, ellas piensen que lo son o que lo fueron alguna vez o que lo son con algunos hombres, pero no con usted. Tal vez, como un capricho, de vez en cuando, pueden permitirte ponerte un poco más arriba. Quizás, haya un amplio espectro de sumisión y lo que estoy intentando hacer es algunas distinciones sutiles.

Esta clase de generosidad es, para mí, enormemente atrayente. El sentimiento de que, cualquier cosa que yo tenga que hacer, ella lo hará porque sabe lo mucho que yo lo quiero, es una fuente de una gran energía y excitación. Y genera una gran confianza saber que ella tiene este sentimiento por ti. Con una mujer como esta, casi nunca tienes que castigarla. Ella no te desobedecerá. No te desafiará, no hay una prueba de fuerza. Lo más normal será que usted la tendrá que reprender siempre, porque, tal vez, ella olvide hacer algo de vez en cuando. No me gusta castigar por eso, no de una manera cruel. En su lugar, impondré un acuerdo o fortfait.

La diferencia entre un castigo y un fortfait es que, con el primero, usted le hace a ella algo activamente desagradable. Duele y no de una manera sexy. Y ella se siente mal. Tú también te sientes mal. Ella sabe que ha hecho algo mal y hasta que el castigo no esté aplicado, no se podrá sentir bien de nuevo. Mientras que al imponer un fortfait, sea probablemente para involucrarla en algún tipo de trabajo, no muy desagradable. Pudiera ser un poco tedioso. Pero, es más probable que solo sea algo que le pidas que haga, lo cual te dé placer. Tal vez, le digas a ella que te envíe una foto y le des instrucciones exactas de lo que debe mostrar la foto. O si ella tiene que escribir algo para ti (y no algo aburrido sin sentido, como escribir quinientas veces la frase: “No debo derramar,” por ejemplo).

Estoy divagando. Volvamos al tema. ¿Es el caso de que una mujer buena pueda algunas veces ser un poco mala? ¿Puede ella ser algunas veces bravucona? ¿Pudiera ella mostrarse impaciente? ¿Pudiera ella tener pensamientos o fantasías que una buena chica no debe tener? ¿Puede algunas veces ser la parte superior siendo un poco la inferior, tratando de manipularte para hacer ella las cosas que le gustaría hacer? No estoy hablando sobre una mujer mala que esté decidida a desafiar tu autoridad que, en verdad, va y hace cosas que le han dicho que no las haga o rechaza llevar a cabo los deseos de su dominante. Tal vez, existan dominantes que les guste esa clase de confrontación, pero no es algo que yo le dé la bienvenida. Pues las mujeres que son un poco asustadizas o impertinentes o, incluso, un poco juguetonas, son un tema diferente. Supongo que lo que yo estoy hablando   es  sobre mujeres buenas y malas, mujeres que les gusta ser juguetonas de la mejor manera posible.

Pienso que el dominante tiene ser aquí cuidadoso. Sé que a algunos dominantes les gustan estrellar un huevo contra una mujer para que sea “traviesa”, presionarla hasta el punto donde ella haya sobrepasado la raya, para que luego él tenga que castigarla. Es un juego, por supuesto. No es un castigo real. Pero, sería completamente erróneo, creo, provocar deliberadamente a una mujer con seriedad para que desobedezca, para que tengas el placer de darle una severa tunda.  Si quieres azotarla, hazlo. Ese es tu derecho. Pero, no hacer que se lo ha merecido cuando no ha sido así.

Por último, debo decir que todas las mujeres que me gustan son chicas malas del mundo vainilla. Son mujeres que realmente me gustan follar y perder el tiempo con ellas, que me gusta probar cosas, cosas escandalosas, que me gusta que sean putas y cachondas y hacer cosas desagradables que a sus madres no les gustarían hacer. Estas son la clase de mujeres malas que es bueno encontrar.

jueves, 18 de abril de 2013

El semen


Me gusta verlo sobre ella o en ella. Me encanta correrme sobre su rostro: cara, mejillas, nariz, labios, barbilla. Intentar mantenerlo fuera de sus ojos porque puede picar un poco. Algunas veces, cae en su pelo. Enmarrallado, lo disfruto bastante. O correrme sobre sus pechos, su vientre, su culo. Algunas veces, lo extiendo sobre su piel, la digo que no puede lavárselo, lo dejo que se seque en ella. Si luego salimos, se siente cohibida porque todo el mundo puede ver que es una mujer con semen sobre su rostro. Por supuesto, que no se puede, pero su cara parece que está rígida, por lo que es consciente del problema que tiene ahí.

Me gusta verlo correrse lentamente por su coño o su culo. Si estoy en plan juguetón, podría recoger un poco con mi dedo y lo tendría que lamer ella hasta dejarlo limpio. Lo he probado demasiado, no porque sea muy sabroso, su sabor es algo salado. Y tiene un olor ligeramente acre. Dicen que puede dar una idea de lo que se come, pero no lo he notado.

Los hombres suelen variar en la cantidad que producen. Es una fuente de una inseguridad potencial para los hombres que buscan en la Red. No solamente se preocupan de los hombres que tienen pollas más grandes que la tuya, algunas de ellas eyaculan cubos. Por supuesto, que se puede fingir, cualquier cosa se puede disimular. Pero, estoy hablando sobre la pornografía amateur. ¿Es importante para una mujer lo mucho que tenga? Probablemente, no. A menos que, por supuesto, quiera quedarse preñada.

No me gusta llamarlo “correrse.” No puedo explicar exactamente por qué. Siempre me pareció una palabra bastante cursi. Ciertamente, es consecuencia de una alta proporción de juego de palabras horrorosas que infestan la pornografía online. Yo prefiero llamarlo semen. Siempre hay algo de grosería en las palabras oficiales sobre las cosas del sexo. El coito, actualmente, es una palabra muy grosera, mucho más que follar.

Todavía puedo recordar la primera vez que eyaculé. Fue  al principio de mi adolescencia. Había estado tocándome durante un buen rato. Cuando lo hice, estaba pensando en las chicas y lo que estaba dentro de sus bragas, este fluido claro y resbaladizo que rezumaba de mi pene. Contra más jugaba con él, más me salía. Me sentía muy bien. Luego, un día, yo estaba jugando y frotándome mi pene un poco más fuerte y, de repente, una sensación totalmente abrumadora se apoderó de mí, mi polla sentía algo así como un placer insoportable que estaba sucediendo dentro de ella y podía ver que todo esto había salido, no tan claro como antes, pero lechoso, espeso y pegajoso. Yo no me esperaba esto. En aquellos días, no había educación sexual ni Internet. Nadie sabía mucho, ni en mi edad. Pero, seguro que me sentaba muy bien. No pude dejar de hacerlo, lo hacía varias veces al día. Algunas veces, me corría sin cogerla y se desparramaba por el suelo a una velocidad sorprendente.

Una cosa que no he probado todavía, es una bola de nieve, donde su boca esté llena de mi semen, la beso y ella la transfiere a mi boca. Yo se la daría de nuevo. Ella sería la única que se lo tragaría, no yo. Creo que conozco a una chica que lo haría conmigo. Ella sabe quién es, tal vez ella se identificaría por sí misma.

domingo, 14 de abril de 2013

Reflexiones sobre la confianza en una relación D/s



En comentarios anteriores, he escrito sobre los tres pilares sobre los que una relación D/s está  basada. Para el dominante, son estas: la honestidad, la confianza y la responsabilidad. Para la sumisa, son: La honestidad, la confianza y la obediencia. La naturaleza asimétrica de estos pilares son una reflexión de la dinámica de la D/s, igual pero diferente.

La honestidad es bastante sencilla. O se es o no se es, honesto. No hay términos medios. La honestidad no es la verdad. La honestidad es solamente la manera que una persona percibe la verdad, que es una cosa muy diferente. La honestidad no significa que una persona deba mostrar todo, solamente que cuando uno habla lo hace con honestidad.

Sobre la responsabilidad, he hablado ampliamente en otros artículos. La obediencia es también bastante sencilla, aunque yo debería mencionar que la obediencia no es una excusa para la estupidez. El hecho de que se le diga a una sumisa que haga algo estúpido no significa que ella o sea. De ahí que, los requisitos a una sumisa para obedecer, se vean compensados por el requerimiento al Dominante de que sea responsable.

Y luego, está la confianza.

¿Qué es la confianza? Para mí, confiar en otra persona es ser vulnerable. Cuando confiamos, tenemos fe que la otra parte no usará lo que le hemos dado de una manera perjudicial. Confiar significa revelar estas vulnerabilidades o bienes, a sabiendas de que existe el peligro, sin embargo, de aceptarlo.

Confiar en alguien una cosa, no significa que uno va a confiar en ella todas las cosas. Puedo confiar en que mi médico me haga un diagnóstico adecuado, pero difícilmente confiaré en él para que cuide de mis finanzas. Por lo tanto, la confianza no es total, es selectiva.

La confianza es también un proceso. No es una primavera totalmente formada. La confianza se construye con las capas de nuestras interacciones con otros. Desarrollamos un sentido de la fiabilidad del otro por primera vez confiándole cosas pequeñas e inconsustanciales, antes de revelarle cosas más serias e importantes. Este proceso lleva tiempo.

¿Por qué es tan importante la confianza en la dinámica de la D/s? Para mi manera de pensar, es porque la D/s trata con una de las cosas más íntimas, privadas y personales. Demasiadas, por lo que muchas personas son reacias incluso a admitir que tienen pensamientos orientados hacia la D/s. Tal revelación por sí misma, requiere una buena dosis de confianza. Pero, más allá de esto, la sumisa debe confiar en que el dominante hará lo que es mejor. Al carecer del derecho a tomar cualquiera de sus propias decisiones, la sumisa deposita su confianza en el dominante para tomar buenas decisiones, contribuir a su desarrollo, no abusar de ellas, ser honesto y responsable, etc.

Si la confianza no existe, entonces es imposible construir una relación sólida.

Esta necesidad de confianza es por lo que la mayoría de las sumisas esperaron tanto tiempo antes de que yo las aceptara en una relación formal. Ellas debían estar preparadas para ofrecerme su confianza y esta no se puede dar cuando todavía no nos conocemos el uno al otro muy bien. Y yo debía aprender a confiar en ellas, que me trajeran sus problemas y que se comportaran de una manera de acuerdo con mis expectativas.

Las personas involucradas en las relaciones mundanas más vainilla pueden probablemente sobrevivir sin el mismo grado de confianza (aunque no fuera tan divertido), pero no tener confianza en una relación D/s, es una invitación a un desastre terrible. El Dominante es parte terapeuta, parte dominante, parte Maestro, parte confidente, etc. no es posible que la sumisa se desarrolle sin que la confianza esté presente. No es posible ser Amo/dominante de una sumisa sin que la confianza esté presente.

Lo peor, cuando la confianza se rompe (aunque sólo sea la percepción de romperse), las consecuencias para la relación son a menudo catastróficas e irrevocables. Ahora bien, la mayoría de las sumisas empiezan a sentirse algo sensibles sobre naturaleza recién descubierta. No quieren conocer a nadie (no amigos, no familia, etc.). Toda su vida ha estado condicionada a creer que ser sumisa es injusto, vergonzoso, bordeando el pecado. Por lo tanto, confían en alguien (un Dominante) con su auténtica naturaleza. Les preocupa si su confianza en el otro está garantizada. Lo mismo se aplica a un Dominante al extender su confianza a la sumisa, pues muchos asocian la dominación con el sadismo, que no está bien visto por nuestra sociedad.

Habiendo dicho todo esto, debe también reconocer la dificultad que existe en crear y mantener estas relaciones de confianza, en particular cuando uno está tratando con alguien a través de un medio imperfecto como es Internet. Por eso, es tan importante avanzar despacio, desarrollar la confianza en finas capas y no tratar de correr antes de que una pueda rastrearse.

viernes, 12 de abril de 2013

Mis bromas


Si me gusta una mujer, no puedo dejar de burlarme de ella. Mis bromas pueden tomar muchas formas y si la mujer es sumisa, bueno, siento una excitación positiva. Entre otras cosas, me gustar hacer:

- Decirle que voy a enviarle algo vía email y luego no decirle lo que es o decírselo, pero haciéndola esperar. O enviárselo, pero prohibiéndole que abra el archivo hasta que le dé permiso. Las mujeres sumisas son muy impacientes y me gusta enseñarlas a esperar. Y esperan. A veces, puedes volverlas locas.

- Burlarme de ella manteniendo abierta la posibilidad de que la permitiré que se corra, pero sin prometérselo. “Solamente si eres una mujer buena. Y, tal vez, ni incluso entonces. No es bueno para las mujeres jóvenes tener todo lo que quieren. Por otro lado, es posible que tenga suerte.”

- Burlarme de ella diciéndole las cosas terribles que he planificado hacer con ella. Quizás, algunas formas de tortura particularmente ingeniosas. Tal vez, hacerla llevar algo en público que ella nunca elegiría para sí misma. Quizás, algo muy provocador. Tal vez, estamos sentados en un bar y le señalo a un chico y la digo que estoy pensando en invitarle, tal vez, para que ella pueda llevárselo fuera. “¿Para hacer qué?” “Creo que usted lo sabe.” Ella nunca está segura de si lo estoy diciendo en serio. A menudo, ella no cree realmente que lo esté. Pero, si sale y dice que no me cree, eso es peligroso. Porque, ella sabe que soy capaz de todas estas cosas, incluso si elijo no hacerlas. Y yo pudiera hacerlas para darle una lección.

- Amenazarla con hacer algo que sea realmente embarazoso para ella. Como tal vez, forzarla a hacer piss mientras la estoy viendo. “Eeeek,” grita ella. “No.” “No me digas que no,” le digo con firmeza. ¿Soy serio cuando la amenazo? Pudiera ser.

Soy muy consciente de que esos impulsos, por mi parte, se derivan de la misma fuente que me hace disfrutar causando dolor. Es un placer verla retorcerse física o mentalmente. Es el goce de sentir mi poder sobre ella. Si usted lo prefiere, es sádico excepto que, como he explicado antes, yo solamente lo disfruto si a ella le gusta. Yo no me burlaría de ella si la hiciera sentirse mal. Eso no es una broma, es una intimidación. Pero, contra más ella chilla y protesta, más le puedo decir lo mucho que le gusta. El temor de que yo pudiera obligarla a hacer algo malo es erótico por sí mismo. Puedo conseguir que se humedezca sólo con amenazarla.

Tengo que confesar algo. Algunas veces, no puedo dejar de gastarles bromas a mis lectores también. Puedo cortar en seco una descripción de un episodio sexual justo cuando las cosas se están poniendo calientes. Puedo crearles dudas sobre si o no estoy describiendo algo que realmente ocurrió (ver un post anterior sobre “La realidad y la ficción”). Y sospecho que a algunas lectoras, les gustaría que hablase más sobre mí en este blog. Una o dos veces, he levantado el velo un poco y he ofrecido una visión de mi vida real. Tal vez, los lectores podrían recibir más detalles personales de mi vida amorosa, por ejemplo. Me temo que si es eso lo que quieres, estás condenada a ser burlada durante siglos.

domingo, 7 de abril de 2013

¿El sadismo y el masoquismo como rasgos genéticos?


He dicho muchas veces que creo que las cualidades de la dominación o sumisión son rasgos naturales, es decir, que están basados en nuestra genética. Esta es la única explicación que parece explicar por qué tantas mujeres sumisas parecen ser sumisas por naturaleza, mientras que muchos hombres parecen ser dominantes. Por supuesto, el condicionamiento social también juega un papel importante. Estas tendencias naturales pueden ser suprimidas o potenciadas dependiendo del entorno. Pero, lo natural es lo natural.

Pero, ¿qué pasa con el sadismo y el masoquismo? ¿Son también genéticos o son aprendidos? Recientemente, en una discusión con algunos Amos y sumisas, yo sugería que, a diferencia de la D/s, no se trataba de los rasgos genéticos tanto como de las condiciones de aprender. En respuesta, una mujer bastante inteligente me indujo a reflexionar sobre el tema y me sugirió que lo reconsiderara.

“Por supuesto, existen muchas mujeres dominantes y hombres sumisos. En una población suficientemente grande, tales cosas son inevitables. Pero, son la excepción, no la regla,” apostilló otra.

Así pues, lo he estado reconsiderando.

Creo que la visión clásica es que la mayoría de las mujeres masoquistas desarrollaron este rasgo, tal vez, debido a una experiencia sexual traumática en una edad temprana. Tal vez, sufrieron abusos en su niñez o fueron forzadas de alguna manera para realizar sexo oral cuando eran adolescentes. Lo que fuera. Por supuesto, por encima de todo, esto no tiene un sentido real, ya que se podría esperar que la reacción a tal experiencia fuera solo lo opuesto, por ejemplo, cualquiera que hubiera sufrido abusos cuando niña, probablemente rechazaría la noción de ser masoquista. Sin embargo, la realidad es que me he encontrado a putas del dolor muy profundo e intenso que nunca sufrieron abusos sexuales en su juventud. Que nunca fueron forzadas. Descubrieron que amaban el dolor, quizás debido a las endorfinas liberadas o, tal vez, debido a la noción de ofrecerse.

Por supuesto, tenemos que preguntarnos acerca de los sádicos. ¿Podemos decir que alguien se convierte en sádico porque sufrió abusos en su niñez? Esto no tiene mucho sentido. ¿Podemos decir que se convirtieron en sádicos porque no sufrieron abusos en su niñez? Esto, aún, tiene menos sentido. ¿Cómo se puede relacionar infligir dolor a otra persona con la excitación? De nuevo, habiendo hablado con muchas personas sádicas, bastante de ellas, admiten haber desarrollado esos sentimientos a muy temprana edad. Yo tenía unos trece años cuando recuerdo que fantaseé por primera vez con azotar a una mujer. Y cuando tenía quince años ya estaba leyendo “Mi vida y mis amores,” de Frank Harris. Por primera vez, ya sabía bien que estaba teniendo esta clase de sentimientos. Por supuesto, fue como unos diez años después cuando tuve la oportunidad de hacer algo al respecto que no fueran tonterías. Yo no sufrí abusos como un niño. Mis padres me quisieron de una manera maravillosa y normal.

¿Es posible que exista un gen sádico o masoquista en alguna parte de nuestro DNA? Eso sería una idea bastante agresiva. Quiero decir, puedo comprender la naturaleza de seleccionar a alguien siendo más o menos dominante o más o menos sumisa, pero ¿sádico o masoquista? Si este fuera el caso, ¿no habrían más sádicos y masoquistas entre la población en general?

Tal vez lo hubiera.

Muchas mujeres (y no pocos hombres) parecen disfrutar un poco de los azotes en el trasero durante el sexo. Por supuesto, ellos no se consideran masoquistas, solo que les gustan el sexo fuerte. Además, muchos hombres y más de muchas mujeres parecen disfrutar de los azotes con su pareja. ¿Existe realmente alguna diferencia entre esto y los azotes con un cinturón o paleta? “El amor muerde” es una parte normal de la experiencia sexual. ¿Existe una diferencia real entre esto y el uso de las pinzas o agujas, excepto en la profundidad del dolor infligido? A algunas personas, les gustan el sexo suave como una lluvia de verano, otras lo prefieren con el poder de un aguacero, mientras que otras prefieren estar atrapadas en un huracán de lujuria. Algunas actúan en grados diferentes.

Uhmmmm…

Esto tendería a sugerir que, tal vez, todos nosotros tenemos una cierta cantidad de sadismo o masoquismo inherente en nuestra constitución. Y si este es el caso, pudiera también explicar la conducta (o más bien, la conducta más adaptada) de tantas personas. Porque si  muchas personas tienen naturalezas sádicas o masoquistas y nunca consiguen expresarlas, entonces, con toda seguridad, van a encontrar otra manera socialmente aceptable para hacerlo. El clásico ejemplo (que yo nunca he sido completamente feliz) es el sádico que se convierte en cirujano. Yo creo que, quizás, existan algunos ejemplos de sádicos y masoquistas alrededor de nosotros que no han sido considerados ni vistos como tales.

Demasiados. Tal vez, esto explique por qué una y otra vez, he visto a mujeres fuertes y poderosas que de repente se han convertido no solamente en sumisas, sino también en masoquistas de la noche a la mañana, mientras yo provocaba su respuesta. Una vez que ellas se han dado cuenta de que es perfectamente aceptable y seguro revelar su naturaleza interna, es sorprendente observar su transformación. Estoy seguro que, a sus amigos, les impactarían saber que ella ayer era una ardiente feminista, una fuerza dominante en su lugar de trabajo y una dinamo virtual controlando la energía. Ahora no quiere nada más que echarse a los pies de un hombre, un látigo entre sus dientes y un gemir de sus oscuros deseos por el dolor y la liberación.

Así que, tal vez, ¿se han equivocado durante todos estos años? Quizás, ¿están también, como la D/s, el sadismo y el masoquismo de alguna manera incrustados en nuestros genes solo esperando una oportunidad para salir? Quizás, como en la D/s, ¿tenemos cada uno de nosotros esta cualidad pero en diferente medida? Tal vez, el sadismo y el masoquismo no es nada más que una manera de la naturaleza que nos permite dar rienda suelta al estrés y la presión. Demasiada, quizás.

Pero, sería interesante hacer alguna investigación detallada, ¿no?

¿Qué piensa usted?

martes, 2 de abril de 2013

Juego limpio


Él hace que ella esté en el centro de la habitación.

“No te muevas y no hables, a menos que te pregunte,” le dice a ella.

Él la rodea. Ella está nerviosa. Ella conoce esa mirada. Se dice a sí misma: “Peligro: hombre trabajando.” Él empieza a desabrochar la camisa de ella. Se la quita y la deja en una silla. Él mira a su sujetador. Es muy bonito, una combinación de rosa y gris. Se mueve hacia la espalda de ella y lo desabrocha, colocándolo encima de la camia de ella. Levanta el pelo de su nuca y la besa allí. Luego coloca sus labios junto a su oído.

“No estás segura si lo que va a pasar va a ser placentero o desagradable, ¿verdad?” Susurra él. Ella niega con la cabeza.

“Tal vez un poco de ambas cosas,” dice él.

Él permanece en frente de ella. Pone sus manos en sus pezones desnudos y los mueve ligeramente de un lado para otro. Él puede sentir que los pezones se están poniendo duros. Los coge entres sus dedos y los pulgares y los pellizca, levemente al principio, luego más fuerte. Posteriormente, mucho más fuerte todavía. Ella gruñe.

“Shhhh,” dice él con malos modos.

Continúa pellizcándola, más fuete que antes. Luego, retuerce los pezones con crueldad y los empuja hacia arriba. Ella se ve obligada a ponerse de puntillas.

Él la mira a sus ojos. “Sabes cómo me gusta hacerte daño,” le dice él.

Clava sus duras uñas en sus pezones. A ella se le corta la respiración. Él se deja ir.

“Pobre mujer,” le dice serenándola. Él se inclina y besa sus pezones, primero el derecho, luego el izquierdo. Lame el pezón derecho y luego, lo sopla. Es una agradable y refrescante sensación después del calor del dolor. Hace lo mismo con el pezón izquierdo.

Él desabrocha  su falda y la ayuda a salir de ella. Lleva una tanga a juego de color rosa y gris. Camina por detrás de ella.

“Un trasero muy lindo,” dice él. Recorre con la uña de su dedo pulgar su columna vertebral a todo lo largo, desde el cuello hasta la parte baja de su espalda. Ella se estremece.

Él permanece de pie frente a ella y tira con sus pulgares de la cinturilla de su tanga,  deslizándola hacia sus tobillos. Ella se tapa con sus manos, pero sabe que no puede. Él mira a su entrepierna.

“Separa tus piernas,” dice él.

Él pone su mano entre ellas, acariciando su sexo con suavidad. Luego envuelve sus dedos alrededor de sus labios y los aprieta.

“¿De quién es este coño?” pregunta él.

“Es su coño, Señor,” contesta ella.

Él aprieta más fuerte. “¿Seguro?”

“Sí, Señor.”

Él desliza un dedo dentro de ella. “¡Qué mojada!” dice él. “¡Qué puta”!

“Es verdad,” dice ella. Él puede hacer ahora lo quiera con ella. Cualquier cosa. Saca su dedo y extiende un poco de sus jugos sobre su clítoris, haciendo rodeos por el mismo, presionándolo, sintiendo cuán hinchado está ya.

“Creo que necesitas ser follada,” dice él.

“Sí, Señor,” contesta ella.

“Todavía no he decidido exactamente cómo,” dice él. “Me voy a tomar mi tiempo.”

Él se pone de rodillas. Su lengua encuentra su clítoris y lo acaricia muy despacio. Sus piernas se sienten débiles. Ella se apoya con sus manos en los hombros de él, incluso, aunque se supone que ella no se va a mover. Despacio, chupa su clítoris entre sus labios, en el interior de su boca.

“¡Oh, Dios!” dice ella.

Él saca su boca. “Hush” dice él. “Nada de hablar.”

Él la lleva a la lleva a la cama.

“Ahora, ha llegado tu hora,” le dice a ella. “Desnúdame.”

Ella lo hace. Ve lo gorda que está su polla. Ella la quiere, en su mano, en su boca, en cualquier parte…

“Arrodíllate en el borde de la cama,” le ordena. “Primero, voy a echarte una buena mirada.”