sábado, 28 de septiembre de 2013

Le perteneces



Cuando te acurrucas muy cerca de él y ronroneas en tu sueño: Eres su gatita.

Cuando te arrodillas entre sus piernas aceptando con gracia el acurrucarte alrededor de  su cuello: Eres su chica.

Cuando te retuerces en su regazo con la intimidad, tu color rosáceo, y hormigueante: Eres su chica traviesa.

Cuando te frotas contra  él dejando el líquido de la pasión en tu camino: Eres su puta.

Cuando le devoras profundamente, agradándole y sólo para su entretenimiento: Eres su zorra.

Cuando gruñes y te tensas contra su correa, rozando tu coño contra su pierna para liberarte: Eres su perra.

Cuando te entregas a su fuerza y su poder y cuando sacrificas tu cuerpo sobre el altar de su deseo: Eres su presa.

Cuando te quedas quieta, temblando y sin hablar. Tu única meta es ser usada y ser montada: Eres su mujer.

Y sin embargo…

Cuando te fundes en sus brazos y apoyas tu cabeza contra su pecho y susurras en voz baja: “Soy suya”

En ese momento: Le perteneces.

martes, 24 de septiembre de 2013

Y, ¿dices que no me atraes?



Este es un extracto de mi correspondencia privada con una querida amiga que se lamenta de los hombres en general y de un hombre en particular, y que jocosamente dice: “Es una pena que no le gusten las vaginas.”

Haré que usted sepa, joven señora, que hay muchísimas más cosas para una mujer que su vagina.  Con mucha frecuencia, la he explorado durante horas, incluso antes de llegar más lejos. Algunas veces, nunca me he sentido molestado por llegar tan lejos; hacerlo, justo durante horas, ha sido lo suficientemente emocional y satisfactorio. A veces, dejarla con tanto y cálido ardor de mí, como emocionalmente satisfecha, pero muerta de hambre física, es increíblemente delicioso.

No me malinterpreten; me encanta esa parte de su cuerpo y es mágica para mí, pero después de imprimir en su cara y jugar con su cabello y besarla y degustar su maquillaje y morder su cuello y lamer sus clavículas y besarlas y agarrar sus pechos y retorcer sus pezones y besarla mientras jadea y se asfixia y meter sus dedos en su boca y pintar su cara con esos dedos húmedos y besarla de nuevo, a las pocas horas, habrá volado solo de esa manera.

Y luego, empiezo a desnudarla.

O no. Estoy empezando a darme cuenta de la sensualidad de llegar por debajo de su ropa y sentirla sin que ella necesariamente vea mi mano y, exactamente, donde está. Es casi de una manera juguetona. Y parece aumentar mi sentido del tacto.

Sólo alejándome lo suficiente de su ropa para exponer lo que yo quiero de ella…

Y esto es sólo sobre su cuerpo. Imagínese cuando usted se toma el tiempo para solo mirarla a sus ojos y dibujar sus labios con la punta de tu dedo y copar su cara con tus dos manos y haces para besarla y te paras justo antes de tocar sus labios con los tuyos y solo respirar su aliento hasta que ella empiece a emitir esos suaves ruidos involuntarios, lloriqueando y cuando ella es completamente inconsciente de lo que hace.

Imagínese cuando llegue a su corazón y ella se abra a usted y florezca como una flor ante sus propios ojos.

Me encanta su coño. Es mágico para mí cuando se pone caliente y húmedo y cálido y acogedor y cómo su cuerpo está diseñado para acogerme en su interior. Pero, aún así, eso es sólo una fracción diminuta de la magnificencia del conjunto de la creatura entre sus brazos.

¿Puedes decir que no me atraes? Sonrisas.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Vuelta a lo esencial: La transferencia del poder



Estaba revisando mis escritos más antiguos y me encontré con esta joya de cuando empecé a escribir sobre la D/s. Lo escribí con la ayuda y contribución de una sumisa online. Mientras lo leía, me daba cuenta que seguía siendo tan significativo hoy como cuando lo escribí. He hecho unas pequeñas modificaciones, pero es todavía el mismo documento.

La relación Dominante/sumisa está basada en la transferencia de poder. El dominante ejerce el poder y la sumisa voluntariamente se somete a su control. Ella le entrega su poder y, a su vez, obedece.

Tal vez, la pregunta que se nos hace con más frecuencia es: “¿por qué?” ¿Qué hace que la gente quiera hacer esto? La respuesta más corta es: “Es nuestra propia naturaleza.” El dominante es, por naturaleza, fuerte y siente la necesidad de expresar su poder y control. La sumisa es llamada a este poder y, por naturaleza, se inclina a servirlo.

Quizás, sea más fácil de entender el por qué algunas personas prefieren más dominar que someterse. Después de todo, es el poder. ¿Por qué una persona quiere controlar a otra? ¿No sería un subidón increíble tener a una persona dispuesta a arrodillarse a sus pies para adorarle? Tal vez. Pero, recuerda, el control sin poder es una postura patética y el poder, sin responsabilidad es la mejor intimidación y el peor crimen.

El control es esencial para dominar, pero lo que le precede por encima de todo, es el control de uno mismo. El sello distintivo de un dominante responsable es el alto grado de auto control. Esto debería ser considerado un prerrequisito para entrar en una relación del estilo de vida de la D/s. Sin ello, hay un riesgo considerable de que el dominante pueda dañar a la sumisa, tanto física como emocionalmente o ambas a la vez. Ella le confiará su bienestar, incluso su vida. si no está segura, debe asegurarse de su capacidad para controlar su poder. Una vez que él pueda controlarse a sí mismo, debe considerar el extender su control (es decir, su poder) sobre otra persona.

Hay seis maneras básicas de poder hacer esto:

1)     Recompensa.- Haz esto por mí y te daré lo que quieres. 
2)     Castigo.- Haz esto por mí o te daré algo que tú no quieres. 
3)     Formalidad/autoridad.- Haz esto por mí porque soy más importante que tú. 
4)     Experto/conocimiento.- Haz esto por mí porque yo sé más que tú. 
5)     Informante.- Haz esto por mí y te diré algo que realmente necesitas saber. 
6)     Carisma/referencia.- Haz esto por mí porque, de una buena manera, soy el infierno.

Cada uno de estos métodos de poder tiene un valor. Los tres primeros son a menudo referidos a los poderes. Se basan en la idea de que las personas son básicamente perezosas y se dejan ir a su suerte, van a buscar formas de evitar el trabajo. Por lo tanto, si quieres que alguien haga algo, tienes que darle una patada en el culo. Si bien este enfoque funciona, los efectos son transitorios. Una vez que dejas de darle patadas, la conducta tiende también a detenerse. Por supuesto, el rol del dominante y la recompensa son partes críticas de una relación D/s. (Véase también “La naturaleza del castigo”).

Los tres enfoques inferiores (Experto, información y carisma) se refieren con frecuencia a “La teoría y el poder,” de Douglas McGregor. Están basados en la idea de que la gente puede estar auto motivada si ven una oportunidad de ganar un reconocimiento de sus logros. “La teoría y el poder” ha añadido un beneficio adicional en el que, una vez que se adquieren, no pueden ser quitados. Este es un aliciente más.

Mientras que un dominante puede utilizar todas estas formas de poder para controlar a la sumisa, “La teoría y el poder” deberían ser usados siempre que fuera posible. Una sumisa que se controla únicamente usando métodos convencionales nunca será capaz de desarrollar todo su potencial. El dominante responsable busca las formas de ayudar a la sumisa a mejorar su experiencia (en el servicio, en el comercio, la artesanía, etc.), y también su carisma (presentación de ella misma, comportamiento, auto estima, etc.). Cuando ella ve una oportunidad de mejorar, se sentirá motivada para servir mejor.

En otras palabras, el uso del poder no es simplemente un mecanismo de control dentro de una relación D/s. Es un componente integral de la unión que debe existir con naturalidad entre el dominante y la sumisa.

Con el poder viene la responsabilidad. Esto es crucial. Esta es una de las principales formas con la que podemos diferenciar al dominante de un acosador. Cuando el dominante asume el control de otra persona, asume la responsabilidad del bienestar de ella, la salud, la seguridad y el desarrollo, aunque sólo sea por el momento. Además hay que reconocer que el tener el poder no califica a un dominante estar preparado para llevar a una sumisa. No todo el mundo quiere o se adapta a esta responsabilidad. Sin embargo, una vez experimentada, es raro un dominante que no encuentre la idea de que es atractiva.

Comprender la motivación para dominar parece sencillo, pero, ¿qué pasa con la motivación para someterse? ¿Por qué una persona quiere entregarse a otra? Una cosa es someterse temporalmente como un juego de alcoba, pero, ¿qué clase de persona entregaría su poder constantemente a otra, a diario, en cada pensamiento, palabra y acción?

Cuando el dominante es llamado a expresar su poder, la sumisa es llamada a servir al poder. Ella encuentra su satisfacción en apoyar y servir a alguien o algo que considere digno. Esto se puede manifestar de varias maneras. Algunas dedican sus vidas a compromisos religiosos, otras pueden elegir y apoyar a profesionales, otras prefieren casarse y criar una familia.

A medida que el dominante se complace en ampliar su control, la sumisa anhela cederlo. Aunque ella sea extremadamente competente y capaz de tomar decisiones por sí misma sin problemas, puede sentirse profundamente incómoda al tomarlas por otras personas. Ella prosperará bajo normas y disciplinas estrictas.

Al igual que los dominantes, la sumisa debe ser una persona poderosa por derecho propio. A menudo, esto se expresa con el uso de la experiencia y el poder carismático. Una sumisa plenamente realizada es una fuerza de la naturaleza. Confiada con su sexualidad, segura con sus habilidades y dignidad, puede ser vista como intimidante por muchas otras personas. ¿Por qué? Simplemente, porque ha aprendido a usar su mente y cuerpo para expresarse con plenitud y por completo. Ella no está avergonzada ni es tímida. Más bien, ella se llena de autoestima y esto se traduce en poder.

Con frecuencia, oirás a una sumisa decir que ella solo anhela un hombre fuerte para provocar su respuesta sumisa. Necesariamente, esto no significa fuerza física (aunque las sumisas novatas tiendan a buscarla). En cambio, ella necesita un hombre al que no pueda controlar a través de su experiencia o carisma. En otras palabras, una posición dominante en el control de sí mismo.

Atraída por esa fuerza, la sumisa instintivamente se encuentra a sí misma sometiendo su propio poder al de él y abriéndose a su control. Al hacer esto, ella aprende a verse honestamente y es capaz de enfrentarse a sus miedos, que, a su vez, le permite abrirse más y ponerse a su disposición en cuerpo, mente y alma en todo momento. Este intercambio le da la fuerza para poder vivir en perfecta confianza y desarrollar la paciencia y la disciplina que se requiere para servir sin pereza y sin quejarse, poniendo sus propios deseos y prioridades detrás de los de él. La sensación de realización y alegría que la sumisa recibe al servir a su dominante, la llena de energía y la proporciona el equilibrio necesario.

¿Cómo sirve la sumisa? De la manera que su dominante requiera. Ella puede ser requerida para ser una anfitriona perfecta o una gestora doméstica realizada y ama de casa. Su mente y capacidad intelectual se podrían utilizar para ayudarle a pensar en los problemas e implementar soluciones. Ella siempre será lo mejor que pueda ser y aceptará la corrección cuando falla en sus complacencias. Ella es la geisha, la cortesana, la duquesa en el salón y la puta en la cama. Ella sirve.

Esta es una respuesta tan natural y automática en una sumisa que, con frecuencia, ni siquiera reconoce que es su propia naturaleza. Simplemente, el poder la atrae y le resulta casi imposible rechazar las peticiones de la figura de autoridad de su vida. Ella va a encontrarse a sí misma enamorándose de personas fuertes y cuando lo hace, ella lo da todo.

Esto parece tan fuerte como el matrimonio tradicional, ¿no es así?

El movimiento feminista logró mucho al asegurarse que las mujeres de nuestra sociedad tuvieran la libertad de elegir el estilo de vida que quieran. Las jóvenes ya no se casan por motivos económicos en contra de su voluntad. Tantos los hombres como las mujeres, tienen ahora la libertad de expresarse en sus vidas como mejor les parezcan.

En parte.

Lamentablemente, algunas de estas feministas (en su mayoría, las más radicales, pero cuya postura es, a menudo, adoptada por las más moderadas) tienen los tiempos más difíciles para comprender el concepto de la sumisión consensuada. Dado que se niegan a permitir que otros las dominen, ellas tienen dificultades para aceptar que alguien más pudiera desearlo. Por desgracia, su fanatismo termina restringiendo la gama de opciones para las mujeres en lugar de ampliarlas. Es muy difícil para una mujer sumisa que crece en la sociedad actual aceptar su deseo de servir y entregarse  como una opción legítima para una mujer fuerte y competente. Y es casi imposible admitir a amigos y familiares.

También hemos escuchado la acusación de que una relación D/s denigra, de alguna manera, la situación de la mujer. Algunas piensan que la mujer sumisa es tratada mal y es vista como inferior por su dominante. Simplemente, esto no es verdad. Los roles del dominante y la sumisa no se asignan como superior o inferior. La verdadera D/s es una relación simbiótica. Tanto el dominante como la sumisa serán lo que ellos sean, sin importar cuales sean las circunstancias, pero no podrán expresar plenamente su naturaleza a menos que estén en la relación con una pareja de resonancia. La sumisa es altamente valorada, quizás, incluso como un tesoro, pero firmemente controlada y ella siente una gran comodidad, alegría y seguridad en todo esto.

Por supuesto, la sumisión no es para todo el mundo. Incluso la gente que piensa que la sumisión es su ticket para sexo caliente o que el juego de roles en las fantasías de Amo y sumisa no puedan ser adecuados para un compromiso  continuo con este estilo de vida. Esta sumisión en el tiempo de juego puede ser divertida y deliciosa, pero cuando se trata realmente de someterse a los deseos y prioridades de los otros o aceptar el castigo humillante y terrible, no sea divertida.

Día a día,  la sumisión puede ser aburrida, difícil, dolorosa y aterradora. Es un trabajo duro, estando siempre atentos a las prioridades del dominante, siempre tratando de anticiparse a sus necesidades, estando ahí para su comodidad, sin inmiscuirse en su paz, pero también es una gran satisfacción. La sumisión la sentirá como un subidón increíble de calidez y orgullo cuando ella le ha complacido. Ella vivirá para su toque y atención. Cuando enfoca su energía sobre ella, esta se abrirá y servirá. Ellos viven la relación en equilibrio.

Así pues, ¿por qué lo hacemos? Porque está en nuestra naturaleza y no queremos vivir de otra manera.